Abel
Génisis 4, y el segundo pecado sin opción

Génisis 4, y el segundo pecado sin opción

¿Podemos nosotros elegir nuestros destinos, sin que intervenga Dios, en nuestra elección? ¿Existe la libre elección, o todo lo que ocurre en nuestras vidas y en el mundo, ya está predestinado?

Génesis 4, nos presenta la primera relación sexual y el primer parto (v.1). Los primeros hombres nacidos y los primeros tipos de trabajos (v.2). Las primeras ofrendas (vv. 3,4), el primer hombre en ofenderse (v.6), la primera profecía en cumplirse (v.7), La primera invitación del hombre (v.8). La tercera pregunta de Dios (v.9), y la quinta respuesta del hombre. El primer homicidio v.10, el segundo castigo humano v.11, la primera garantía de derecho a la vida, y la primera señal v.15, la segunda migración v.16. El primer nieto, y la primera ciudad (v.17). La primera poligamia (v. 19), los primeros músicos y artistas (v.21, 22), el primer deseo de venganza (v.23, 24), y la primera generación que invocó a Dios (v.26).

1, Conoció Adán a su mujer. Los autores de la Biblia, fueron muy implícitos, cuando de relaciones sexuales se trataba. No eran muy explicativos sobre el tema. Dejando al lector en suspenso (Prov. 5:15-19). Pues aunque las referencias al sexo, aparecen dispersas en casi en todos los libros de la Biblia, siempre es para explicar acontecimientos históricos (Gn. 34:7; 38:24; Dt. 22:13-21; Nm. 25:1-9; 2 Sa. 11:27; 12:11-12;  13:21-22; 2 Pe. 2:7-8), o para condenar la lujuria (Heb. 13:4). La Biblia no condena el sexo. La Biblia condena las relaciones sexuales fueras del matrimonio, y de los parámetros, que Dios nos ha legado, en su Palabra (Ex. 20:14;22:19;  Lev. 18:18-23; 19:29; 20:13-16,18; Dt. 22:22-24; 22:25-30; 23:17-18; 27:20-21; Jer. 13:26-27; Ez. 22:11; Mal. 3:5; Mat. 5:27-28,31,32; 15:19; Hch. 15:29; Ro. 1:24-27; 5:1-5; 1 Co. 6:8-9,15,16; 7:1-8; 10:8;  2 Co. 12:21;  Ga. 5:19; Col. 3:5; Ef. 5:3; 1 Tes. 4:3-7; 1 Pe. 4:1-3; Ap. 2:20; 21:8). Por voluntad de Jehová. La voluntad de Dios, para el hombre, desde el principio, ha sido bendecirlo, y hacerlo fructífero (1:29). Siempre debemos orar para que sea hecha su voluntad (Sal. 143:10; Mt. 6:10; Hch. 21:14; Ef. 5:17; He. 13:21). Y cuando oramos, debemos orar de acuerdo a su voluntad, y no a la nuestra (1Jn. 5:14). Algunos han querido hacer diferencia en varias formas de voluntades atribuidas a Dios. Sin embargo, en la Biblia la Voluntad de Dios para el género humano,  es que el hombre lo conozca a él por medio de su hijo Jesucristo  y que sea salvo. E incluso toda la historia del Antiguo Testamento apuntaba a este plan soberano de Dios (Jn. 8:56; Lc. 24:44; Col. 2:17). Pero sí podemos afirmar que Dios tiene una voluntad personal para cada persona, como aquí en 4:1, que evidencia que era la voluntad de Dios, que el nacimiento fuera el de un varón, y no una hembra. Ningún medio que el hombre emplee, podrá alterar la voluntad de Dios. Aun si el hombre emplea, medios no naturales, para lograr cosas; es porque Dios lo ha permitido. Su voluntad siempre será santa y buena, para nuestras vidas (Rom. 12:2). Pero soberanamente, a veces él permite que ocurran cosas malas (Ex. 4:11; Am. 3:6;  Is. 45:7). Pero Dios no creó el mal, y es imposible que en  él haya maldad, o que la practique (Dt. 32:4; Hab. 1:3). Dado que la bondad es su misma esencia (1 Cro. 16:34; Sal. 31:19-20; 34:8; 86:5; 100:5; 106:1;  107:1; 119:18; 145:9; Lam. 3:25; Nah. 1:7; Mt. 7:11;  Ro. 2:4; 12:2; Stgo. 1:17;  1 Pe. 2:3). Todo lo que ocurre en el mundo es controlado por su voluntad soberana (Lc. 12:29-30).

3, 4, 5. Una ofrenda. Dios creó al ser humano para gloria y honra suya (Is. 43:7). El propósito de nuestra creación es la adoración a Dios (Sal. 115:1; Is. 43:21; Ef. 1:6). Nuestra adoración a Dios, siempre debe estar acompañada de una ofrenda, en señal de que le agradecemos, por su bondad y providencia (Lev. 7:38; 1 Cro. 29:14; Sal. 96:8; Prov. 3:9; Mal. 3:10; Hch. 21:26; 1 Co. 16:2). Vea que aquí en estos versos, para Dios no tiene importancia el tipo de ofrenda; sino la calidad de la ofrenda (Lev. 2; Jn. 4:23), que en el contexto, es la calidad de la adoración que Caín y Abel le ofrecían. Dios elije la ofrenda de Abel, en lugar de la de Caín, por su calidad y por la buena fe con que fue seleccionada. Mucha de nuestra adoración, resulta para Dios desagradable, por su falta de calidad espiritual. Dios quiere que le demos, lo mejor de nuestras vidas. Y no la sobra (Lc. 21:3-4).

5. Y se ensañó Caín. El orgullo fue el primer pecado (Is. 14:13-15). Y su originador y primera víctima, fue el mismo Diablo a la vez. El orgullo, ocupa el tercer lugar, en la lista católica, de los pecados capitales. Caín fue arrogante y orgulloso. Y no mostró arrepentimiento, por su falta ante Dios. En vez de esto, se enfureció. Primero con Dios, que rechazó su ofrenda. Y luego con Abel, quien resultó ser el bendecido.

6. El pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Dios en su omnisciencia, sabía cómo iba a terminar esta escena, de las vidas de Caín y Abel. Pero aun así en su misericordia, le revela a Caín, lo que ya estaba a punto de hacer (Cain). No porque Caín lo mereciera; sino para hacer más evidente, su orgullo y falta de arrepentimiento. El pecado esperaba ansioso, a que él le abriera la puerta, para ser ejecutado. De todos modos, a él sería su deseo, y él se enseñorearía del pecado.

Desde una perspectiva humana, los hombres podemos elegir nuestros destinos. Hacer planes, y reorganizar nuestras vidas (Lc. 12:16:19; Ro. 8:1-14; Stgo. 4:13). Podemos cambiar de ideas, y hasta arrepentirnos (Gn. 33:4; Ex. 7:13). Pero desde el punto de vista divino; nada de esto es posible. Esto es viéndolo desde los atributos de Dios, tal y como nos los enseñan Las Escrituras. Dios es omnisciente (1 Re. 8:39; 1 Cr. 28:9; Sal. 44:21; 139:1,4; 147:4-5; Is. 40:28; 46:10; Mt. 10:30; 1 Jn. 3:20; Hch. 1:24; Heb. 4:13). Esto indica, que ya él sabe todo, acerca de nuestras vidas: presente, futuro, y pasado. Y este conocimiento, no se extralimita a deducir los resultados, de acuerdo a como se dan los acontecimientos. No. Dios nos conoce, desde antes de haber nacido (Is. 49:1; Jer. 1:5; Rom. 8:29;  Gal. 1:5), y desde antes de la creación del mundo (Ef. 1:4; 2 Tes. 2:13; 2 Tim 1:9). Y esto implica un conocimiento total, sobre nuestro destino terrenal y eterno. De modos que como humanos, pudiéramos sugerir una mejor opción para Caín, que no fuera el homicidio. Suponiendo que Caín no matara a Abel. Y Abel continuara ofreciendo, buenas ofrendas a Dios. Entonces desde el punto de vista divino; pudo ocurrir solo si ya estaba destinado a que ocurriera (Sal. 139:4; Sal. 147:5). Dios no se puede equivocar. Él no comete errores (Sal. 145:3; 147:5; Rom. 3:4). Antes de que el tiempo existiera ya Dios existía. Dios siempre ha existido. Dios es eterno (Gn. 17:7; Dt. 32:40; 1 Cr.16:24; Jb. 36:20; Sal. 45:6; 90:2; 102:12,26;103:17; 105:10; 106:1; 117:2; 119:42,89;  Is. 24:5; 40:8,28; 55:3; Jer. 31:3; Lam. 5:9; Dn. 4:3; 7:14; Hab. 1:12; Mc. 13:31;  Jn. 17:5; Ef. 1:4; 1 Pe. 1:20, 25; 5:11; 2Pe. 1:11; Heb. 1:11-12; 13:8; Ap. 1:8; 22:13). Dios creó el tiempo, y vive fuera del tiempo. Nuestros mundos, y nuestras vidas están frente a sus ojos. Para él no existe el pasado, futuro o presente (Ap. 1:8; 22:13). Él está en todo lugar y tiempo. Adán y Eva no tenían opciones, Caín no tenía opción. Nosotros no tenemos opción. Solo hacemos lo que ya Dios sabe que haremos (Sal 139:1-4). Este es el Dios soberano y sublime, que contempla la Biblia. Quien merece nuestra adoración y obediencia. Y no el Dios que deseáramos que fuera. Limitado, e incapaz de intervenir en nuestros destinos. Porque desde el principio, nuestra intención fue controlarlo todo y ser como él (Gn. 3:5). La razón ha querido usurpar el lugar de Dios, y colocar al hombre como el centro del universo. Nosotros solo podemos elegir, lo que ya Dios sabe que elegiremos.

8,11. De todo esto vemos, que el primer pecado originado por Satanás en el cielo (Is. 14:13-15); produjo la primera muerte en la tierra. No importa que tan distante se origine el pecado; su radio de alcance maldito, no tiene límites. De Abel podemos aprender, que una buena actitud espiritual, puede resultar en una muerte trágica. Dios no nos garantiza seguridad terrenal, a cambio de hacer su voluntad (Mt. 10:22; Jn. 16:33). Pero nos llama a practicarla (Mt. 6:10). Si hacer lo correcto por Dios, implica ofender el sistema de cosas. O hasta nuestra muerte; entonces es preciso seguir los pasos de Abel y morir. ¿Dónde está Abel tu hermano?… ¿Qué has hecho? (v. 9,10) ¿No sabía Dios donde estaba Abel, y qué había ocurrido? ¿Tiene Dios limitaciones? Dios no tiene limitaciones, sabía dónde estaba el cadáver de Abel, y siempre ha sabido  donde descansará el nuestro. Antes de que las cosas ocurran, ya él lo sabe. Dios es omnisciente (1 Re. 8:39;  1 Cro. 28:9; Sal. 139:1-3; 147:4-5; 139:1-4; 1; Is. 40:28; 46:9-10; Mt. 10:30; Jn. 3:20; Hec. 1:24; Heb. 4:13. (Ver comentario sobre Gen. 3:8-11). Dios no ha cambiado, ni puede cambiar. Él sigue siendo tan poderoso hoy, como lo fue en el tiempo de Caín.

13. Grande es mi castigo. No existe castigo grande o pequeño en Dios. Solo existe un Dios justo (Sal. 107:11), y que odia el pecado en todas sus características (1 Co. 6:9-10; Ef. 5:5; Ap. 22:15). E impondrá el castigo justo al pecado debido (Sal. 94:2; Sal.98:2). Para ser soportado. Dios castigó a Caín por un crimen horrendo, y de maldad. Pero Caín no pareció mostrar aún arrepentimiento por su acto. Sientió más tristeza por su sufrimiento a causa de su pecado, que por el sufrimiento que les causó a Abel y a su familia. El pecador no arrepentido, creará una coraza de egoísmo, y falta de amor, que no podrá protegerlo del juicio divino (Ap. 20:11-13).

14, De tu presencia me esconderé. Esta idea limitada, que tenía Caín de la persona de Dios; demuestra su ignorancia, sobre el Dios a quien intentó adorar, con su ofrenda de segunda categoría. ¿Podemos escondernos de la presencia de Dios? Uno de los atributos de Dios es su omnipresencia. Esto implica, que Dios está presente en todo lugar a la vez. Dios está presente, en todo el espacio y tiempo, y lo controla todo. Desde el vuelo de un ave, hasta la micro partícula más pequeña del universo (1 Re. 8:27; Job. 34:21; Sal. 139:6-10; Prov. 15:3; Jer. 23:23-24; Mt. 6:6; Hch. 17:27; Col. 1:17; Heb. 4:12). En su mundo no existe la casualidad, sino la causalidad. No hay un lugar en donde Dios no esté presente. Ni el infierno se escapa a su presencia (2 Tes. 1:9). Es imposible escondernos de su presencia. Muchas de la adoración de nuestro tiempo, es el prototipo de la adoración de Caín. Queremos adorar a un Dios que no conocemos. Aun cuando se nos ha revelado de los modos más sencillos, a través de todas las épocas (Jn. 1:14; Rom. 1:18:20; Rom. 2:15; Col. 1:15; 2 Pe. 1:21). También en el tiempo de Jesús, hubo gente que intentó adorar a Dios sin conocerlo (Jn. 4:22). Nuestro culto a Dios, debe ser un culto racional (Ro. 12:1). Cuando nuestro culto, carece de conocimiento, acerca de Dios, termina en el orgullo, de una salvación basada en buenas obras, y no en la Gracia soberana del Señor.

15, Entonces Jehová puso señal en Caín. El Señor siempre estará dispuesto, a brindarle una oportunidad al pecador (Sal. 37:1), para que le conozca y le rinda la adoración debida. A veces si es posible le protegerá del peligro; para que este entienda su grandeza (Job. 21:7-15), y se arrepienta y alcance misericordia divina (Jn. 12:14). O para endurecer su corazón, para el día de la perdición (Ef. 4:18). 16, Y edificó una ciudad. Dios en su misericordia, permite que el pecador no arrepentido construya su vida, a expensa suya. Pero su juicio no se tarda sobre aquellos que hacen maldad (Ro. 1:18-32).

19, Dos mujeres. Este es el primer acto de poligamia. Aunque la poligamia, era usual en los tiempos del AT. (Gen. 16:2; 29:30; 2 Sam. 12:8; 1Re. 11:3). No hay nada que sustente, que Dios apoyaba esta práctica. Podemos ver en primer orden: a) Que Dios creó un hombre y una mujer. No tres personas. Y, b) Lemuel, es un miembro de la familia de Caín; un hombre  (Caín) que nunca reconoció la soberanía de Dios en su vida. A la Luz del NT. La poligamia es fornicación y adulterio (1 Co. 5:1-5; 1 Tim. 3:2).

20, Crían ganados. Caín era agricultor. Sin embargo Jabal, un descendiente cercano suyo, decide hacer algo diferente a su familia, y empieza a criar ganados. De este mismo modo, un miembro de una familia pecadora, puede cambiar el rumbo  espiritual de su linaje; si tan solo decidiera servir a Dios (Hch: 16:31). Pues los hijos no están obligados a heredar las maldiciones de sus padres (Jer. 31:29).

21,22. Los que tocan… artífice de toda obra. El arte ha estado ligado, al culto y a la adoración, desde los tiempos más remotos. De hecho, podemos decir que sin religión, no pudo llegar a existir el arte. Sin embargo, la adoración no necesita del arte, para ser posible. Podemos adorar, sin la necesidad de un templo (Gn. 28:18-22). Y sin la necesidad de tener música (Jn. 9:38). El diablo fue el primer músico, del que se tenga memoria (Ez. 28:13). Los artífices fueron el combustible de la idolatría. Gracias al arte, el hombre caído de la gracia, pudo materializar sus temores, en ídolos muertos (Sal. 115:4-7).

23,24. La poligamia, es la consecuencia de la ambición, de querer tener más de lo necesario. Esto fue demostrado por el hombre desde sus inicios. En el Edén, el hombre anheló más de lo que Dios le había dado (Gn. 3:6). Que un varón mataré por mi herida.  Ahora no debe sorprendernos, que el primer adúltero de la historia, también deseara ser el segundo asesino. El que es capaz de hacer, de un pecado su estilo de vida; puede cometer cualquier acto pecaminoso, comentarlo y revivirlo, como que de algo normal se tratare (1 Ti. 4:2).

25, A quien mató Caín. Había pasado mucho tiempo, desde la muerte de Abel, hasta el nacimiento de Set; pero Eva, no había olvidado tan horrendo crimen. No tenemos una idea exacta, de cómo los primeros hombres, pudieron interpretar el primer asesinato.  Pero de algo estamos seguros, y es que como lo indica este verso 25, este hecho marcó sus vidas para siempre. Nuestras actitudes, pueden marcar personalmente, de manera positiva o negativa a la gente (1 Ti. 4:12; 1 Pe. 3:16). El pecado crea secuelas en las familias y en las vidas de la gente, que nos rodea, que humanamente, nunca se curarán. Como es el caso de una madre, a quien le han matado a su hijo menor. En todo caso, la Biblia nos llama a perdonar y amar a nuestros enemigos, sin importar las circunstancias (Mt. 5:44). Pues ningunos  de nosotros, por más alta morar que poseamos, nos encontramos ante Dios, en una posición diferente a la de Caín, o a la de cualquier asesino en serie (Rom. 3:23). Pues nadie irá al infierno, por los asesinatos que haya cometido; sino por el pecado original, que lo llevó a asesinar. Nadie irá al infierno, por haberse robado un dulce; sino por el pecado original. que lo llevó a robarse el dulce (Rom. 5:12). Y como resultado, la Biblia establece, que los homicidas no heredarán el Reino de los Cielos (Ap. 22:15). Dios es el creador de la vida, y solo él tiene el derecho a quitarla (Ex. 20:13). El asesinato, solo se debe justificar, cuando es en defensa propia. O cuando el fin es eliminar el terrorismo y las tiranías para imponer el bien común.

26. Los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová. Enós fue el precursor que nos abrió el camino, para que adoremos a Dios, a pesar de todos haber caídos de su gracia divina. De él descienden los grandes héroes de la Biblia: Enoc, quien caminó con Dios, Noé, los patriarcas, Israel, y el Señor Jesucristo. Con el nacimiento de Enós, Los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová. Y  en la misma línea genealógica, con el nacimiento de Jesucristo, los hombres se reconciliaron con Dios (2 Co. 5:19).

El hombre fue creado para adorar e invocar a Dios.  El pecado dañó seriamente la relación entre Dios y el hombre (Gn. 6:5). Al ser expulsado del Edén, este perdió el contacto personal que tenía con su creador. Y entonces empezó a forjar figuras, de lo que él se imaginaba que era Dios, a su propia imagen y semejanza (Ro. 1:25). El hombre es adorador por naturaleza, pues para eso fue creado. Y el pecado original ha dejado en él un vacío tan grande (Mt. 16:26) que solo Dios lo puede llenar.

Por el pastor Ruddy Carrera.

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