Aelia Capitolina
Jerusalén, Auge y Caída

Jerusalén, Auge y Caída

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¿No es Jesús maravilloso?

Dios te bendiga mucho, soy el Reverendo Ruddy Carrera, Bachelor en Artes y Estudios Cristianos, y tú estás en mi podcast: Mi Biblia. Un espacio para analizar los principales temas cristianos y religiosos, y sus efectos en la sociedad.

En esta entrega analizaremos la historia de la ciudad de Jerusalén: su auge, su caída e intrigas modernas. Y como los eventos historicos que se desarrollaron en ella, han tenido una alta repercusión, no tan solo en el  judaísmo, el cristianismo o el Islam, sino en una gran gama de aspectos politicos economicos y sociales de nuestras sociedades.

Jerusalén es una ciudad ubicada en Oriente Medio, en la región histórica de Palestina, y es considerada una ciudad sagrada por tres de las religiones más importantes del mundo: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.

La ciudad tiene una rica historia y ha sido habitada por más de 4 mil años. Ha sido conquistada y gobernada por diversas potencias a lo largo de su historia, incluyendo a los romanos, bizantinos, musulmanes, cruzados, mamelucos, otomanos y británicos. En 1948, tras la partición de Palestina, la ciudad quedó dividida en dos partes: la parte occidental, controlada por Israel, y la parte oriental, controlada por Jordania.

Actualmente, sigue siendo un lugar de gran importancia religiosa y política. La ciudad es el centro del conflicto israelí-palestino, y su estatus político sigue siendo un tema de controversia internacional.

En el Antiguo Testamento, Jerusalén es mencionada como la ciudad que Dios eligió para establecer su presencia en la Tierra (Esta es la primera referencia sobre la bibliografía que he consultado para este estudio. Y la citaré al final junto a las demás).

Según la Biblia, el rey David conquistó la ciudad de los jebuseos y la hizo su capital, estableciendo allí el reino de Israel. David construyó un palacio y preparó planes para construir un templo para el Señor en Jerusalén (ver Segunda de Samuel 5 verso 6 al 9).

Sin embargo, fue su hijo Salomón quien finalmente construyó el templo en Jerusalén, el cual se convirtió en el centro de la adoración y el sacrificio para el pueblo de Israel. Jerusalén se convirtió en la ciudad santa del judaísmo, donde se llevaban a cabo las peregrinaciones para las festividades religiosas (Vea Primera de Reyes 6 verso 1 al 25).

A lo largo de la historia del pueblo de Israel, Jerusalén fue conquistada y destruida varias veces, pero siempre fue vista como la ciudad sagrada y el lugar donde Dios habitaba en medio de su pueblo. En muchos pasajes del Antiguo Testamento, los profetas hablan de Jerusalén como el lugar donde se cumplirán las promesas de Dios y donde se establecerá su reino en la Tierra (Puedes consultar esto leyendo Salmos 48 verso 1 al 2, y 132 verso 13; Joel 13 verso 17; Segunda de Crónicas 7 verso 16; y Mateo 5 verso 34 al 35).

Los primeros asentamientos humanos en Jerusalén se remontan al período Neolítico, alrededor del año 4 mil Antes de Cristo. Durante este tiempo, se cree que la zona estaba habitada por tribus de cazadores-recolectores. Sin embargo, fue durante la Edad del Bronce, alrededor del segundo milenio Antes de Cristo, cuando Jerusalén comenzó a tomar forma como una ciudad.

Durante este tiempo, la ciudad fue gobernada por los jebuseos, una tribu cananea que construyó una fortaleza en la cima de la colina conocida como el Monte del Templo. Según la tradición bíblica, David conquistó Jerusalén en el siglo X Antes de Cristo, y la convirtió en la capital del Reino de Israel. Su hijo Salomón construyó el Primer Templo en el Monte del Templo, de acuerdo a los textos bíblicos que ya he presentado.

La ciudad fue conquistada y destruida por los babilonios en el año 586 Antes de Cristo, y los judíos fueron llevados al exilio en Babilonia (Vea más leyendo Segunda de Reyes 25 verso 1 al 7; y Jeremias 34 verso 1 al 7).

Sin embargo, después de la conquista persa en el siglo VI Antes de Cristo, algunos judíos regresaron a Jerusalén y reconstruyeron el Segundo Templo (Puedes ver esto en Esdras 1 verso 2 al 4; y 3 del 1 al 7).

Antes de la llegada de los israelitas, la región de Jerusalén estuvo habitada por varios pueblos y reinos. Uno de los reinos más importantes fue el de los jebuseos que ya mencioné anteriormente. Una tribu cananea que estableció su capital en la colina donde actualmente se encuentra el Monte del Templo. Los jebuseos gobernaron la región desde el tercer milenio Antes de Cristo, hasta el siglo XI Antes de Cristo, cuando fueron conquistados por el rey David.

Otro reino importante en la región fue el de los amorreos, que se establecieron en el área alrededor del segundo milenio Antes de Cristo. Los amorreos construyeron ciudades fortificadas, incluyendo Jerusalén, y desarrollaron una cultura urbana avanzada (Por ejemplo, tomes notas sobre Josué 10 verso 5; y el capítulo 24 verso 15).

También hubo otros reinos y pueblos que ocuparon la región en diferentes momentos, como los hititas, los egipcios, los asirios y los babilonios. Estos imperios conquistaron y gobernaron Jerusalén durante varios períodos a lo largo de la historia.

Estas citas bíblicas nos muestran en retrospectiva la historia de Jerusalén con base bíblica en el Antiguo Testamento:

En Génesis, Melquisedec, rey de Salem, que algunos identifican como una forma temprana de Jerusalén, bendice a Abraham (Veas Génesis 14 versos 18 al 20). Y aquí te cito la segunda referencia bibliográfica. Pero no te preocupes que al final te daré esta y todas las demás..

En el libro de Josué, se describe cómo Josué y los hijos de Israel conquistaron Jerusalén y la convirtieron en su capital (Leas Josué 10 verso 1 al 5, y también los versos  23 al 26).

En el libro de los Jueces, Jerusalén es mencionada varias veces como una ciudad controlada por los jebuseos, quienes se negaron a dejar que los israelitas la conquistaran (Capítulo 1 verso 21).

En los libros de Samuel, Jerusalén es descrita como una ciudad estratégica que fue capturada por David, quien la convirtió en la capital del reino unificado de Israel (Leas específicamente Segunda de Samuel 5 verso 6 al 10).

En los libros de los Reyes, se menciona que Salomón construyó el Templo de Jerusalén, que se convirtió en el centro religioso del pueblo de Israel (Primera de Reyes 6 versos 1 al 38).

En los libros de los profetas, Jerusalén es mencionada frecuentemente como un lugar de juicio divino y como símbolo del reino de Dios. Jeremías y Ezequiel, por ejemplo, profetizaron la destrucción de Jerusalén por parte de los babilonios debido a la idolatría y la injusticia (Estudie estas dos citas: Jeremías 32 versos 29 al 35; Ezequiel 9 verso 1 al 11).

En el libro de los Salmos, Jerusalén es descrita como una ciudad sagrada y como el lugar donde Dios escoge hacer morar su nombre (Salmo 46 verso 4; y capitulo 87 verso 1 al 3). Y aquí está basada mi tercera referencia.

Durante la época intertestamentaria, la ciudad se convirtió en el centro político y religioso del judaísmo. Después de la destrucción de Jerusalén por parte de los babilonios en el siglo VI Antes de Cristo, la ciudad fue reconstruida y restaurada como centro de la vida religiosa judía. Los judíos regresaron de la cautividad babilónica y reconstruyeron el Templo de Jerusalén bajo la dirección de Zorobabel (Esto lo vemos en Esdras 1 verso 6).

Posteriormente, la ciudad cayó bajo el control de los seléucidas y luego de los romanos. Los romanos permitieron que los judíos mantuvieran su Templo y sus prácticas religiosas, pero impusieron tributos y exigieron lealtad al emperador. En el siglo II Antes de Cristo, los macabeos lideraron una rebelión contra los seléucidas y recuperaron el control de Jerusalén. La fiesta de Hanukkah celebra la restauración del Templo después de esta victoria.

Los macabeos, eran una dinastía judía que se había rebelado contra los seléucidas, el poderoso imperio helenístico que gobernaba gran parte del Medio Oriente en ese momento.

Antíoco IV Epífanes, el rey seléucida, estaba decidido a imponer la cultura y la religión griega en Judea, lo que llevó a una serie de conflictos con los macabeos y otros grupos judíos que se resistían a la imposición de la cultura griega. En el año 168 Antes de Cristo, Antíoco IV Epífanes decidió tomar represalias contra los judíos y su religión.

Según la historia, Antíoco IV Epífanes prohibió la práctica del judaísmo, profanó el Templo de Jerusalén y ordenó la construcción de un altar para el dios griego Zeus en el lugar del Templo. Estas acciones provocaron una fuerte resistencia entre los judíos, lo que llevó a la revuelta de los macabeos. Esto está basado en mi cuarta referencia. No olvides que las referencias no son más que las notas bibliográficas que he consultado, y que al final del estudio las citaré todas juntas.

Los macabeos se revelaron contra los seléucidas, lideraron una lucha por la libertad religiosa y la independencia de Judea. La rebelión comenzó en el año 167 Antes de Cristo, cuando un sacerdote judío llamado Matatías y sus hijos se negaron a obedecer las órdenes del gobernador seléucida de ofrecer sacrificios a los dioses griegos.

Matatías y sus hijos lideraron una campaña guerrillera contra los seléucidas, ganando seguidores y derrotando a varias fuerzas seléucidas en batallas clave. Después de la muerte de Matatías, su hijo Judas Maccabeo se convirtió en el líder de la rebelión y llevó a cabo una serie de victorias militares.

A pesar de su resistencia, los macabeos finalmente fueron derrotados por las fuerzas seléucidas en el año 167 Antes de Cristo. Los seléucidas tomaron la ciudad de Jerusalén, profanaron el Templo y saquearon sus tesoros. Esta victoria seléucida fue efímera, ya que los macabeos continuaron luchando contra ellos y finalmente lograron recuperar Jerusalén y el Templo en el año 164 Antes de Cristo.

Durante la época intertestamentaria, se desarrolló una rica literatura judía que incluía los libros apócrifos y los textos intertestamentarios como los rollos del Mar Muerto. Estos textos reflejan la importancia de Jerusalén como lugar sagrado y centro de la vida religiosa judía.

En el año 66 Antes de Cristo, los judíos se rebelaron contra el control seléucida y solicitaron la ayuda de los romanos. El general romano Pompeyo respondió a esta petición y llegó a Jerusalén con su ejército. En un principio, Pompeyo intentó resolver la situación pacíficamente, pero las tensiones aumentaron y se produjo un conflicto armado.

Pompeyo logró penetrar en la ciudad y asaltar el Templo de Jerusalén. A pesar de que los defensores del Templo ofrecieron una resistencia feroz, los romanos finalmente se apoderaron del santuario y saquearon sus riquezas. Este fue un momento especialmente doloroso para los judíos, ya que el Templo era el centro de su vida religiosa y cultural.

La captura de Jerusalén por parte de los romanos marcó el fin de la dinastía seléucida en la región y el inicio del dominio romano sobre Judea. El legado de esta conquista sería sentido por los judíos por muchos siglos, y es vista por muchos como un momento crucial en la historia de la región.

Durante el período romano, Judea (la región que incluía Jerusalén) estaba bajo la autoridad del gobernador romano, que a menudo se alojaba en la fortaleza Antonia en la esquina noroeste del templo. El Sumo Sacerdote, que era el líder religioso del judaísmo, era nombrado por los romanos y servía como intermediario entre el pueblo judío y el poder romano.

En la época del Nuevo Testamento, la ciudad de Jerusalén era el escenario de muchos de los eventos más importantes de la vida de Jesús. El Templo de Jerusalén había sido reconstruido y se había convertido en el lugar central de adoración para los judíos de todo el mundo.

Según los evangelios, Jesús visitó Jerusalén varias veces, incluyendo en la Pascua, cuando fue crucificado y resucitado (Vea a Mateo 21 verso 1 al 11; Lucas 19 verso 28 al 40; y Juan 12 del 12 al 19).

El libro de los Hechos de los Apóstoles también describe la predicación de los apóstoles en Jerusalén después de la resurrección de Jesús.

Después de la muerte y resurrección de Jesús, sus discípulos continuaron adorando en el Templo de Jerusalén y en las sinagogas judías, aunque comenzaron a ser perseguidos por las autoridades judías y romanas. El libro de los Hechos también describe la destrucción del Templo de Jerusalén por parte de los romanos en el año 70 Después de Cristo, lo que llevó al final de la vida religiosa judía centrada en el Templo.

Pero para una mayor comprensión de la cronología histórica de estos hechos, voy a analizar las principales causas que originaron la destrucción de la ciudad, y las posteriores construcciones, caídas y reconquistas que fueron moldeando la historia, y que han desencadenado en el actual conflicto entre judios y palestinos.

La destrucción de Jerusalén por los romanos fue el resultado de una serie de factores políticos y militares que se desarrollaron durante el siglo I Antes de Cristo.

En el año 66 Antes de Cristo, los judíos en Judea se rebelaron contra el gobierno romano, que había impuesto impuestos pesados y una política de romanización que no era bien recibida por la población local. La rebelión fue liderada por grupos como los zelotes y los sicarios, que querían expulsar a los romanos de Judea y establecer un estado judío independiente.

Los romanos respondieron a la rebelión enviando una gran fuerza militar liderada por el general Tito en el año 70 Después de Cristo. Después de un asedio de varios meses, las tropas romanas tomaron la ciudad de Jerusalén y destruyeron el Templo de Jerusalén, que era el centro religioso y político del judaísmo. La destrucción del Templo fue especialmente significativa, ya que era considerado el lugar donde Dios residía en la Tierra, y su destrucción fue vista como un castigo divino por los judíos que lo consideraban un acto apocalíptico.

Los historiadores también señalan que la destrucción de Jerusalén fue el resultado de las tensiones religiosas y culturales entre los judíos y los romanos. Los romanos veían a los judíos como una amenaza a la estabilidad política y religiosa del Imperio, y los judíos se resistían a la cultura y religión romanas que eran impuestas a ellos. Además, la rebelión judía había sido vista como una amenaza a la autoridad romana, y la toma de Jerusalén y la destrucción del Templo fueron vistos como una forma de castigar a los rebeldes y restaurar el orden en la región.

Entre los años 132 y 136 Después de Cristo, tuvo lugar la revuelta judía liderada por Bar Kokhba, o también conocida como la Segunda Guerra Judeo-Romana. Esta revuelta fue una respuesta a la opresión y la explotación por parte del gobierno romano, que había ocupado Judea después de la Primera Guerra Judeo-Romana (Del 66-73 Después de Cristo.).

Bar Kokhba, cuyo nombre significa “Hijo de la Estrella”, fue un líder carismático que inspiró a los judíos a rebelarse contra el dominio romano. Durante los primeros años de la revuelta, los judíos lograron expulsar a los romanos de Jerusalén y recuperar el control de gran parte de Judea. Bar Kokhba fue proclamado como el Mesías esperado y estableció un estado judío independiente.

Sin embargo, la revuelta finalmente fue sofocada por las fuerzas romanas lideradas por el emperador Adriano. Los romanos utilizaron su poder militar y su tecnología avanzada para derrotar a los rebeldes, quienes finalmente se rindieron o fueron asesinados. Jerusalén fue completamente destruida y los judíos fueron expulsados de la región.

La revuelta de Bar Kokhba se convirtió en un símbolo de resistencia judía contra la opresión y la lucha por la libertad. A lo largo de la historia, ha sido recordada como una lucha heroica por la independencia y la autodeterminación judía.

La construcción de Aelia Capitolina fue un proyecto emprendido por el emperador romano Adriano a principios del siglo II Antes de Cristo. Después de la revuelta judía liderada por Bar Kokhba, Adriano decidió construir una nueva ciudad en el sitio de Jerusalén para reemplazar la ciudad judía destruida.

El nombre de la nueva ciudad, Aelia Capitolina, se deriva de los nombres de Adriano (Aelius) y del dios romano del cielo y la guerra, Júpiter Capitolino, cuyo templo fue construido en la ciudad. El objetivo de Adriano era transformar Jerusalén en una ciudad romana que reflejara la cultura y la arquitectura romanas.

Adriano ordenó la construcción de un foro, un templo dedicado a Júpiter Capitolino, un teatro, un anfiteatro y varios baños públicos. También se construyó una muralla alrededor de la ciudad y se agregaron tres puertas principales.

Aelia Capitolina se convirtió en una importante ciudad romana en Oriente Medio y atrajo a muchos colonos romanos y gentiles. Sin embargo, los judíos se sintieron profundamente ofendidos por la destrucción de su ciudad y la construcción de un templo pagano en su lugar más sagrado. Como resultado, la ciudad nunca se convirtió en una ciudad importante para los judíos, quienes continuaron orando por el regreso de Jerusalén y su Templo.

En el año 312 Después de Cristo, durante la guerra civil romana conocida como la Guerra de las Tetrarquías, Constantino luchó contra su rival, el emperador romano Maxentius.

Según la tradición cristiana, antes de la batalla decisiva contra Maxentius en el puente Milvio, Constantino tuvo una visión en la que vio una cruz en el cielo con la inscripción “in hoc signo vinces” (con este signo vencerás). A continuación, se dice que Constantino convocó a los cristianos y les ofreció su apoyo si ellos, a su vez, le apoyaban en la batalla.

El y sus tropas salieron victoriosos en la batalla del Puente Milvio, lo que le permitió consolidar su poder y unificar el Imperio Romano bajo su gobierno. Como parte de sus políticas religiosas, Constantino se convirtió al cristianismo y comenzó a apoyar la religión en el Imperio.

En el año 324 Después de Cristo, el emperador vizantino se trasladó a Jerusalén, donde ordenó la construcción de iglesias y monumentos cristianos. Según las crónicas, Constantino encontró la ubicación de la tumba de Jesús y ordenó la construcción de la Basílica del Santo Sepulcro en el lugar donde se creía que se encontraba la tumba. Con este gesto, Constantino hizo de Jerusalén un importante centro cristiano y estableció la ciudad como una de las más importantes del Imperio Romano.

Durante la época bizantina, se construyeron muchos edificios y monumentos cristianos en Jerusalén, incluyendo la Iglesia del Santo Sepulcro, que es uno de los lugares más sagrados del cristianismo y fue construida en el sitio donde se cree que fue enterrado Jesús. También se construyeron varias iglesias y monasterios en la ciudad, y se llevaron a cabo importantes peregrinaciones cristianas a Jerusalén.

Jerusalén estuvo bajo el dominio persa sasánida durante un breve período de tiempo en el siglo VII. En el año 614, las fuerzas persas sasánidas capturaron Jerusalén y la gobernaron durante unos 15 años.

Durante este período, los persas sasánidas saquearon y dañaron muchos de los lugares sagrados de la ciudad, incluyendo el Templo de Salomón y la Iglesia del Santo Sepulcro. También impusieron un gobierno opresivo y pesados impuestos a la población.

Sin embargo, en el año 629, el emperador bizantino Heraclio lideró una campaña militar para recuperar la ciudad. Después de una larga lucha, las fuerzas bizantinas finalmente lograron expulsar a los persas sasánidas de Jerusalén en el año 630.

Después de la victoria bizantina, se inició un período de reconstrucción y restauración de los lugares sagrados dañados. La ciudad siguió siendo gobernada por el Imperio Bizantino hasta la conquista musulmana de Jerusalén en el año 638.

La ciudad fue gobernada por los árabes musulmanes después de su conquista en el año 638. Los musulmanes conquistaron la ciudad durante el reinado del segundo califa, Umar ibn al-Khattab.

La conquista musulmana de Jerusalén fue pacífica, ya que se permitió que la población cristiana continuara practicando su religión y se les permitió mantener sus lugares sagrados. Además, se permitió a los judíos regresar a la ciudad después de haber sido expulsados por los romanos siglos antes.

La importancia de Jerusalén en el islam se deriva del hecho de que es el tercer lugar más sagrado en el islam después de La Meca y Medina. El lugar más sagrado en Jerusalén para los musulmanes es la Mezquita de Al-Aqsa, que se encuentra en el Monte del Templo.

Durante la época de la dominación musulmana, Jerusalén experimentó un período de prosperidad y crecimiento, con la construcción de muchos edificios y monumentos importantes. Sin embargo, la ciudad también sufrió conflictos y cambios de gobierno a lo largo de los siglos, incluyendo la invasión de los cruzados en el siglo XI y la conquista otomana en el siglo XVI.

Las Cruzadas fueron una serie de guerras religiosas que se llevaron a cabo durante la Edad Media, desde finales del siglo XI hasta finales del siglo XIII. El objetivo principal de las Cruzadas era recuperar Jerusalén y otros lugares sagrados del cristianismo en la Tierra Santa, que habían sido capturados por los musulmanes.

El movimiento de las Cruzadas fue iniciado por el papa Urbano II en el Concilio de Clermont en 1095, quien llamó a los cristianos a tomar las armas y recuperar Jerusalén de los musulmanes. Miles de personas respondieron a la llamada y se unieron a las Cruzadas.

Durante los siglos XII y XIII, se llevaron a cabo varias Cruzadas, algunas con éxito y otras con fracasos. Las fuerzas cristianas tomaron temporalmente Jerusalén y otros lugares sagrados, pero también fueron derrotadas en varias ocasiones por los ejércitos musulmanes.

Las Cruzadas tuvieron un impacto significativo en la historia, tanto en Europa como en Oriente Medio. Contribuyeron al fortalecimiento del papado y a la formación de los estados cristianos en Oriente Medio, como el Reino de Jerusalén y el Condado de Edessa. También tuvieron efectos duraderos en las relaciones entre cristianos y musulmanes, y en la política y la cultura europeas en general.

La ciudad fue gobernada por los cruzados durante un período de casi 100 años, desde la conquista de la ciudad por parte de los ejércitos cruzados en 1099 hasta su caída ante las fuerzas musulmanas lideradas por Saladino en 1187.

Durante este período, la ciudad fue la capital del Reino de Jerusalén, que también incluía gran parte de lo que hoy en día es Israel, Palestina y partes de Siria y Líbano. Los cruzados construyeron iglesias, monasterios y fortificaciones en la ciudad, y Jerusalén se convirtió en un importante centro religioso y cultural para los cristianos de todo el mundo.

Sin embargo, la gobernanza de los cruzados en Jerusalén no estuvo exenta de conflictos y tensiones. La ciudad fue sitiada en varias ocasiones por fuerzas musulmanas, y hubo numerosas luchas internas entre las diferentes facciones cristianas que gobernaban la ciudad. Además, los cruzados también llevaron a cabo campañas militares en la región que a menudo resultaron en la muerte de miles de personas y el saqueo de ciudades y aldeas.

A pesar de estos problemas, el período de gobierno cruzado en Jerusalén es considerado por muchos como un capítulo importante en la historia de la ciudad y de la región en general. La influencia de los cruzados se puede ver en la arquitectura y la cultura de la ciudad hasta el día de hoy.

Luego la ciudad fue conquistada por los mamelucos desde 1260 hasta 1517. Durante este período, la ciudad fue parte del Sultanato mameluco de Egipto y Siria, que gobernaba gran parte de Oriente Medio.

Bajo el gobierno mameluco, Jerusalén experimentó una mezcla de estabilidad y conflictos. Los mamelucos reconstruyeron algunas partes de la ciudad, incluyendo la Mezquita de Al-Aqsa, pero también la gobernaron con mano dura y reprimieron a los disidentes.

Los mamelucos también enfrentaron varias amenazas militares durante su gobierno de Jerusalén. En particular, la ciudad fue asediada por el ejército mongol en 1260, pero los mamelucos lograron defenderla con éxito. También se produjeron enfrentamientos con los cristianos europeos, que a menudo intentaban recuperar el control de la ciudad durante las Cruzadas.

A pesar de estos desafíos, los mamelucos mantuvieron su control sobre Jerusalén y se dedicaron a la construcción y restauración de edificios y monumentos importantes en la ciudad. En particular, el muro occidental del Templo de Jerusalén (el Muro de las Lamentaciones) fue reconstruido durante el gobierno mameluco.

El gobierno mameluco en Jerusalén llegó a su fin cuando la ciudad fue conquistada por los otomanos en 1517, poniendo fin al Sultanato mameluco y estableciendo el control otomano sobre la región. A pesar de su corto reinado en la ciudad, el gobierno mameluco dejó una huella duradera en la historia y la cultura de Jerusalén y del mundo islámico en general.

La conquista otomana de Jerusalén se produjo en 1517, cuando las fuerzas otomanas lideradas por el sultán Selim I vencieron al último gobernante mameluco de Egipto, quien controlaba la ciudad.

Después de su victoria en la Batalla de Marj Dabiq en 1516, Selim I avanzó hacia Egipto, y las fuerzas mamelucas intentaron defenderse en Jerusalén. Sin embargo, las tropas otomanas eran superiores en número y armamento, y finalmente lograron tomar la ciudad.

La conquista otomana de Jerusalén fue significativa porque puso fin a la dinastía mameluca que había gobernado Egipto y Siria durante varios siglos, y estableció el control otomano sobre la región. Los otomanos gobernarían Jerusalén y la Tierra Santa durante los próximos cuatro siglos, hasta el final de la Primera Guerra Mundial en 1918.

El gobierno otomano de Jerusalén se dividió en dos períodos: el primero fue desde 1517 hasta la Primera Guerra Mundial, y el segundo fue desde la Guerra de Independencia de Israel hasta 1967, cuando Israel ocupó la ciudad.

Durante el primer período, el control otomano de Jerusalén se ejerció a través de una serie de gobernadores y comandantes militares que eran responsables de mantener la ley y el orden en la ciudad. Los otomanos establecieron un sistema de gobierno centralizado que incluía la creación de un tribunal islámico y la construcción de una serie de fortificaciones militares en la ciudad.

En 1841, los otomanos firmaron un tratado con Gran Bretaña conocido como el Convenio de Londres, que dio a los británicos el derecho exclusivo de representar a Jerusalén ante los poderes europeos. Este acuerdo tuvo un impacto significativo en la ciudad, ya que los británicos comenzaron a ejercer una influencia cada vez mayor sobre los asuntos locales.

Durante el segundo período de gobierno otomano, que comenzó después de la Primera Guerra Mundial, la ciudad se convirtió en parte del Mandato Británico de Palestina. Los británicos establecieron un sistema de gobierno local en Jerusalén que incluía un consejo municipal y un alcalde, pero también se enfrentaron a una creciente resistencia por parte de la población judía y árabe.

El gobierno otomano de Jerusalén se caracterizó por un control centralizado y la presencia de una serie de gobernadores y comandantes militares. A lo largo de los siglos, este gobierno dejó una marca duradera en la ciudad, tanto en términos de su arquitectura y su cultura como en la forma en que se organizó y se gobernó.

Entonces el Mandato Británico de Palestina fue un régimen colonial establecido por la Liga de las Naciones en 1922 después del colapso del Imperio Otomano, que había gobernado la región durante varios siglos. La creación del Mandato fue resultado de la promesa británica de apoyar la independencia árabe en la región, a cambio del apoyo árabe en la Primera Guerra Mundial.

Bajo el Mandato, Gran Bretaña asumió el control de la administración de Palestina, que incluía la actual Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza. El Mandato británico se basó en dos objetivos principales: el primero fue establecer un hogar nacional judío en Palestina, y el segundo fue proteger los intereses árabes en la región.

El Mandato fue una época de intensa tensión y conflicto en la región, con enfrentamientos entre los colonos judíos y la población árabe local, que se oponía a la presencia sionista. A pesar de los intentos británicos de mantener el orden, la violencia estalló en varias ocasiones, y la creciente hostilidad entre las dos comunidades finalmente llevó a la partición de Palestina en 1947 y a la creación de Israel en 1948.

Durante el Mandato, Gran Bretaña invirtió en infraestructura, construyendo carreteras, puentes, escuelas y hospitales. También promovió el desarrollo económico y el comercio en la región, y trabajó para mejorar las relaciones entre las diferentes comunidades. Sin embargo, los británicos no pudieron evitar el creciente conflicto entre judíos y árabes, lo que llevó a la violencia y finalmente a la partición de Palestina.

El Mandato Británico de Palestina fue un período de intensa tensión y conflicto en la región, con una creciente lucha entre judíos y árabes que finalmente llevó a la creación de Israel y a décadas de conflicto en la región. Aunque los británicos intentaron mejorar la situación económica y social de la región, no pudieron evitar el estallido de la violencia y la creciente hostilidad entre las diferentes comunidades.

Jerusalén, como parte del Mandato Británico de Palestina, experimentó cambios significativos durante ese período. Bajo el Mandato, Jerusalén se convirtió en un centro administrativo y político importante en la región, y se produjeron importantes inversiones en infraestructura, como la construcción de carreteras, puentes, hospitales y escuelas.

El control británico de Jerusalén se ejerció a través de un alto comisionado, que era responsable de la administración civil y militar de la ciudad. El alto comisionado trabajó con un consejo municipal elegido para gestionar los asuntos locales, incluyendo la planificación urbana, la construcción y el mantenimiento de la infraestructura.

Durante el Mandato, la población judía de Jerusalén creció significativamente debido a la inmigración sionista, y se produjo un importante desarrollo de la economía y la cultura judía en la ciudad. Jerusalén se convirtió en un centro de estudios judíos y de investigación religiosa, y se construyeron numerosas instituciones culturales y religiosas judías, incluyendo el Museo de Israel y el Teatro Nacional Habima.

Sin embargo, la creciente presencia judía en Jerusalén también provocó tensiones con la población árabe local, que se oponía a la presencia sionista y a la creciente inmigración judía. La violencia entre judíos y árabes se produjo en varias ocasiones, y el alto comisionado británico tuvo que intervenir en numerosas ocasiones para mantener el orden y proteger a la población local.

En 1947, la resolución de la ONU sobre la partición de Palestina en un estado judío y un estado árabe llevó a una creciente tensión en Jerusalén y en toda la región. En 1948, con la declaración de independencia de Israel, Jerusalén quedó dividida entre Israel y Jordania, y la ciudad experimentó décadas de conflicto y tensión antes de la reunificación bajo el control israelí en 1967.

Lo que deseo que entiendas es que, Jerusalén bajo el Mandato Británico de Palestina experimentó importantes cambios y una creciente polarización entre la población judía y árabe. Aunque se produjeron importantes inversiones en infraestructura y cultura en la ciudad, también hubo una creciente violencia y tensión entre las diferentes comunidades, que finalmente llevaron a la división y al conflicto.

La Declaración de Independencia de Israel fue proclamada el 14 de mayo de 1948 por el líder del movimiento sionista, David Ben Gurion, en Tel Aviv. La declaración estableció el Estado de Israel como un estado judío y democrático, y fue el resultado de décadas de lucha y movilización política del movimiento sionista para establecer un estado judío en Palestina.

La declaración fue anunciada después de que el Reino Unido anunciara su intención de poner fin a su mandato en Palestina, que había sido establecido después de la Primera Guerra Mundial. La decisión británica de abandonar Palestina dejó el futuro del territorio incierto, y los líderes sionistas vieron la oportunidad de establecer un estado judío independiente.

La Declaración de Independencia de Israel afirmó el derecho del pueblo judío a un estado independiente y soberano, basado en los valores de la libertad, la justicia y la paz. También hizo un llamado a la cooperación y la convivencia pacífica entre judíos y árabes, aunque este llamado no se hizo realidad en la práctica debido a las tensiones y conflictos que surgieron en la región después de la proclamación del Estado de Israel.

La Declaración de Independencia de Israel fue reconocida por algunos países de inmediato, mientras que otros, especialmente los países árabes, se opusieron vehementemente a la creación del Estado judío. La proclamación de independencia fue seguida por una guerra entre Israel y los países árabes vecinos, lo que llevó a la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus hogares y a la creación de una población de refugiados que todavía está sin resolver en la actualidad.

Entonces la Declaración de Independencia de Israel en 1948 fue un evento histórico importante, que llevó al establecimiento del Estado de Israel como un estado judío y democrático. La declaración fue seguida por una guerra y tensiones en la región, que han continuado hasta el día de hoy.

Jerusalén ha sido la capital del Estado de Israel desde su fundación en 1948, y ha desempeñado un papel importante en la vida política, cultural y religiosa del país. Bajo el control israelí, Jerusalén ha experimentado cambios significativos, incluyendo la construcción de nuevas áreas residenciales, la ampliación de la infraestructura y la creación de nuevas instituciones culturales y religiosas.

Una de las primeras medidas tomadas por el Estado de Israel después de su fundación fue la anexión de Jerusalén Oeste, que había estado bajo control jordano desde la Guerra Árabe-Israelí de 1948. Esta anexión no fue reconocida por la comunidad internacional, que considera que Jerusalén es un asunto pendiente de resolución en el marco de un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos.

El control israelí de Jerusalén ha sido objeto de controversia y ha sido criticado por la comunidad internacional debido a la construcción de asentamientos en territorios ocupados y la expansión de la presencia judía en la ciudad. También ha habido tensiones y conflictos con la población árabe de Jerusalén, que se opone a la presencia israelí en la ciudad y reclama su derecho a establecer la capital de un futuro estado palestino en Jerusalén Este.

A pesar de estas tensiones, Jerusalén ha seguido siendo un centro importante de la vida cultural y religiosa en Israel. La ciudad es el hogar de muchos sitios sagrados para judíos, cristianos y musulmanes, y es un destino importante para peregrinos y turistas de todo el mundo. El gobierno israelí ha invertido en la restauración y conservación de sitios históricos y culturales en la ciudad, y ha apoyado el desarrollo de la cultura y las artes en Jerusalén.

Jerusalén bajo el control del Estado de Israel ha experimentado importantes cambios y controversias, y ha seguido siendo un centro importante de la vida cultural y religiosa en el país. La situación política y la controversia en torno a la ciudad continúan siendo un tema importante en el conflicto entre Israel y los palestinos.

En la actualidad Jerusalén tiene una población de aproximadamente 900,000 habitantes. De esa cantidad, aproximadamente dos tercios son judíos y un tercio son palestinos musulmanes y cristianos.

Finalmente, como ya he mencionado anteriormente, la situación política de Jerusalén es muy compleja y ha sido objeto de controversia durante décadas. Israel ha declarado a Jerusalén como su capital y ha establecido sus instituciones gubernamentales allí. Sin embargo, la comunidad internacional no reconoce la soberanía israelí sobre Jerusalén y considera que el estatus final de la ciudad debe ser negociado entre Israel y los palestinos.

La mayor parte de la comunidad internacional no reconoce la anexión de Jerusalén Este por parte de Israel en 1967, después de la Guerra de los Seis Días, y considera que Jerusalén Este es territorio ocupado. Los palestinos reclaman Jerusalén Este como la capital de un futuro Estado palestino y consideran que la parte occidental de la ciudad también está bajo ocupación israelí.

La situación política y territorial de Jerusalén sigue siendo uno de los principales obstáculos para la paz entre Israel y los palestinos.

Teodoro Herzl, quien fuera el ideologo y fundador del Movimiento Sionista, declaro hace mas de un siglo: “Aquéllos de nosotros que hoy estamos preparados para arriesgar nuestras vidas por la causa Sionista lamentaríamos haber participado si sólo hubiéramos sido capaces de organizar un nuevo sistema social y no un sistema más justo”. Y finalmente, Herzl es mi quinta referencia.

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A continuación te dejo las fuentes que he consultado, para las cinco referencias que ya he mencionado:

1. Primera referencia. Roberto Jamieson, A. R. Fausset, David Brown, Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo Uno, el Antiguo Testamento. Casa Bautista de Publicaciones, 2003, Página 536.

2. Segunda referencia. Comentario Bíblico de William MacDonald, Editorial Clie, 2004, Página 42.

3. Tercera referencia. Walter C. Kaiser hijo, Editorial Vida, 2000, Página 47.

4. Cuarta referencia. Paul Johnson, La Historia de Los Judios. Ediciones BSA, 2010, Página 155.

5. Quinta referencia. Teodoro Herzl, El Estado Judío, Organización Sionista Argentina, 2004,  Página 8.

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