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Outlook Mission presenta, Mi historia cristiana. Hoy presentamos a: Jonathan Edwards.

Outlook Mission presenta, Mi historia cristiana. Hoy presentamos a: Jonathan Edwards.

Un legado de pasión teológica y avivamiento espiritual.

En el vasto y largo panorama de la historia de la iglesia, podemos afirmar que pocos nombres resuenan con tanta reverencia y admiración como el de Jonathan Edwards. Su legado cristiano como pastor, teólogo y predicador calvinista ha dejado una marca indeleble e indiscutible en la tradición reformada y en la historia del cristianismo en general. Aunque ciertamente él vivió en una época y contexto diferente al nuestro, su voz sigue viva y resonando poderosamente en la actualidad, desafiándonos como sociedad a considerar la profundidad de la gloria y la grandeza de Dios. Él ha dejado un impacto duradero en el cristianismo a nivel global y en el mundo de habla inglesa. Su extraordinaria erudición teológica, su compromiso con la poderosa Palabra de Dios y su pasión por la gloria de Dios son atributos que podemos destacar en este podcast y que han inspirado y desafiado a generaciones de creyentes. Aunque debemos admitir que su nombre no es tan conocido como el de otros teólogos de renombre, como Juan Calvino y Martín Lutero, la influencia de Edwards se extiende mucho más allá de su tiempo y lugar. De paso aprovechamos y te invitamos a escuchar nuestro podcast acerca de Calvino y Lutero.

Edwards nació el 5 de octubre de 1703 en East Windsor, Connecticut, en el seno de una familia pastoral piadosa donde el cristianismo evangélico era central, como ciertamente lo debería ser en cada familia cristiana. Su padre, Timothy Edwards, era un ministro congregacional, y su madre, Esther Stoddard Edwards, era hija de un pastor destacado. Ahora podemos crearnos una idea porqué su influencia evangélica era tan fuerte y marcada. Aunque es válido decir que muchos hijos de pastores no muestran una fe tan fuerte. Pero este debería ser un debate para otra ocasión.  Pero lo que intentamos decir es que desde temprana edad, Edwards fue expuesto a la enseñanza bíblica y a las verdades fundamentales de la fe cristiana. Y también desde muy niño, demostró una mente brillante y un compromiso apasionado por la búsqueda de la verdad y la razón. La educación de Edwards fue excepcional. Bueno, no exageramos cuando decimos que muchas cosas en su vida fueron excepcionales. Tan solo notemos que fue aceptado en la Universidad de Yale a la tierna edad de trece años, y a los dieciséis, completó sus estudios universitarios con distinción. Este logro académico precoz solo fue el comienzo de una vida dedicada al estudio y la búsqueda del conocimiento de Dios en su Palabra que fue inspirada y revelada una sola vez y para siempre. Él mostró una capacidad intelectual y un celo por el estudio que dejaron perplejos a sus profesores. Solo piensen que durante sus años universitarios, Edwards profundizó en la filosofía, la teología y las lenguas clásicas, preparándose para su futura carrera como ministro del Evangelio. ¿Usted escuchó bien? como ministro del evangelio. Esto debe llamar a la reflexión a muchos ministros de nuestro día, que no le dan valor a la preparación académica.  Pero bueno, fue durante este tiempo que experimentó una conversión personal profunda y real, entregando su vida por completo a Cristo y comprometiéndose a vivir en obediencia a su Palabra. Ahora vamos a la parte buena de la historia, porque  después de su graduación, Edwards fue ordenado ministro congregacional y sirvió como pastor en varias iglesias en Nueva York y Massachusetts. Sin embargo, su legado más significativo se encuentra en su ministerio en la Iglesia Congregacional de Northampton, Massachusetts, donde sirvió como pastor principal durante más de veinte años. Aunque, quizás muchos que se están resistiendo al llamado ministerial, no consideren esta parte como la mejor de esta historia. Pero vamos a seguir con la historia.

El corazón, o sea el centro de la teología de Edwards era su profundo compromiso con la gloria de Dios. Pero, no confunda la gloria de Dios, con el tipo de gloria emocional que nos están vendiendo en la actualidad. Porque en su predicación, Edwards se destacó por su estilo profundo y apasionado, pero fue en la gloria de Dios que salva al pecador. Su sermón más famoso, “Pecadores en manos de un Dios airado”, pronunciado en 1741, es considerado uno de los sermones más influyentes en la historia de Estados Unidos, y es sin duda una joya de la literatura reformada. En él, Edwards pintó un cuadro vívido del juicio y la ira de Dios, llamando a todos los oyentes a arrepentirse y buscar la misericordia de Dios. Imagínese usted que en esta famosa predicación él encapsula esta pasión en una imagen vívida y poderosa. Pero si usted no ha leído sus sermones, le invitamos a que los lea, porque lo que sucedía en su púlpito y pluma es que  a través de sus predicaciones y escritos, Edwards desafiaba a sus oyentes a enfrentar la realidad de la ira del Señor  y la necesidad urgente de reconciliarse con Dios. Su estilo de predicación era intenso y conmovedor, algo a lo que la gente no estaba muy acostumbrada, y su énfasis en la soberanía divina y la depravación humana total resonaba en los corazones y en la conciencia de aquellos que escuchaban sus palabras. Solo pensemos un momento como su elocuencia y su capacidad para comunicar las verdades bíblicas con claridad y fervor, cautivaron a la congregación y atraían multitudes a sus predicaciones. Aunque tampoco podemos quitarle méritos al Espíritu Santo que le usaba como un instrumento de la Cruz de Cristo. Pero debemos admitir que mientras más nos capacitamos académicamente, seremos mejores representantes del evangelio de Cristo. 

Pero Edwards no se limitó a la predicación emocional y apasionada como lo hemos descrito; también fue un teólogo de renombre. Su obra magna, “La libertad de la voluntad”, es un tratado cristiano profundo y riguroso sobre la teología reformada y la naturaleza de la voluntad humana. En ella, él abordó las objeciones filosóficas y teológicas a la doctrina de la soberanía de Dios y ofreció una defensa robusta de su gracia irresistible en la salvación de la humanidad. Su enfoque en la soberanía de Dios y en la necesidad de una conversión genuina ha influido en generaciones de teólogos y líderes cristianos. 

Además de su trabajo teológico que hemos descrito, Edwards también fue un pastor dedicado a su ministerio y un líder en su comunidad. Durante su tiempo como ministro en la iglesia de Northampton, Massachusetts, vivió un avivamiento espiritual notable e influyente conocido como el Gran Despertar. Bajo su predicación y enseñanza bíblica, mucha gente experimentó una profunda convicción de pecado y un deseo renovado de seguir a Jesucristo. Este avivamiento no solo transformó la vida de la gente que lo escuchaba, sino que también tuvo un impacto significativo en la cultura, la política y la sociedad de la época. 

Su legado ministerial perdura hasta el día de hoy. Su pasión por la sana teología y su compromiso inquebrantable y fiel con la predicación de la Palabra de Dios han dejado una huella fuerte imborrable en la historia del cristianismo. A través de sus escritos y sermones, desafió a las personas a examinar sus vidas y buscar una relación genuina con Dios.

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