
Mi experiencia en el Ministerio de niños.
Mi trabajo en el Ministerio de niños de la Iglesia, es como volver a nacer cada día.
Los niños me devuelven la alegría de vivir. Ellos con su ternura, me enseñan a ser un instrumento de fe.
Cada semana les enseños sobre el significado de Dios para ellos. Y sobre como Dios puede bendecir sus vidas.
Aunque son niños de cortas edades; saben que Dios es real. Y que también existe un infierno.
Cada día ellos me sorprenden, porque sus edades oscilan entre los 3 a 8 años.
Para mí es un privilegio trabajar en este ministerio.
Con el transcurrir de los días, ellos aprenden más acerca de Dios, y del Señor Jesús. Dios ha cambiado sus vidas. Son capaces hasta de cantar las canciones de la Iglesia, y de evangelizar a otros niños. Esto no es muy común; pero ellos pueden hacerlo.
Son capaces hasta de cantar las canciones de la Iglesia, y evangelizar a otros niños.
Esto es un gran ejemplo, que nos indica que todos podemos hablar sobre el amor de Dios, y sobre su hijo Jesucristo.
En los niños está el futuro de cada iglesia. ¿Qué sería de una iglesia sin niños? No tendría mucho futuro y alegría.
Jesús dijo en Mateo 19:14:
Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.
Les confieso que a la vez este es un ministerio muy delicado.
Una buena relación con sus padres es vital.
Cuando los padres ven el cambio en sus hijos, se sienten impresionados, porque sus hijos están aprendiendo sobre las maravillas de Dios.
Cuando voy a buscarlos a sus casas, los padres me dicen «Eliné, en verdad me gusta como enseña la clase bíblica». Otros me dicen: «mi niño está aprendiendo mucho sobre la Biblia, y sabe orar».
Eso me anima mucho, y me alegra.
Este ministerio, es una forma de llegar a sus padres.
Los niños son muy celosos con su ministerio. A veces me preguntan ¿Cuándo es el culto? Y si no busco a alguien, luego me regaña.
Este ministerio, es una forma de llegar a sus padres.
Para que aprendan, es necesario tener buen contacto con ellos. Y hasta comportarme como ellos.
Es necesario ser amoroso con ellos, y muy paciente. No se puede ser muy rígido. En esto consiste el crecimiento de este ministerio. Pero sobre todo, es necesario orar mucho, para que Dios sea el que use a uno, y tenga un impacto positivo en los niños.
Por ejemplo. Hace un año aproximadamente, siempre pasaba por la casa de un niño. Tenía solo dos años de edad, y se llamaba Nehemías.
Tenía un carácter muy fuerte, y se negaba acompañarme a la Iglesia. No quería que lo tocara, ni me acerque a él.
Y su madre me decía no entender porque hacía esto.
Pero siempre le hablaba sobre Jesús y la Iglesia. Nunca me desanimé.
Ahora ya tiene tres años de edad; y es el primero en llegar a la Iglesia.
La madre ahora está sorprendida, porque el niño le cuenta las historias de la Biblia. Y le canta las canciones de la Iglesia.
Si no hay culto de niños, debo llevarlo a los cultos de los adultos.
En verdad esto es un gran privilegio para mí.
Mi esperanza es que con mis enseñanzas, estos niños puedan conocer al Señor. Y que cuando crezcan puedan ser cristianos.
Por Eline Matero.