
¿Puede un cristiano perder su salvación?
I. Es por fe.
La salvación del creyente, no se puede perder. Y bíblicamente no se debe perder (Romanos 10:9).
Un cristiano no se puede perder porque ya ha sido salvado por Jesús, desde el momento en que creyó en él como su Salvador (Juan 3:16-17).
Juan 3:16, el verso más conocido de la Biblia, nos dice que: Todo aquel que creyere en Jesús, no se perderá, que tendrá vida eterna.
Si la Biblia dice que el creyente no se perderá, es porque no se perderá.
Lo segundo aquí es, que esta salvación que recibe el creyente, por su fe en Jesús, es eterna. Cuando alguien acepta a Jesús, recibe vida eterna.
Dios no puede mentir, porque en él no hay pecado (1 Pedro 2:22). Es imposible que él mienta, porque él es todo Santo (Núm. 23:19; 1 Sam. 15:29; Han. 6:8).
Juan 1:12, nos enseña que cuando alguien acepta a Cristo, como su salvador, Dios le da el derecho de ser su hijo.
Entonces lo que vemos aquí es, que solo cuando aceptamos a Cristo, somos hechos hijos de Dios (Juan 1:12) ¿Entonces qué del resto?La humanidad es creación de Dios. No hijos de Dios (Col. 1:16; Ro. 9:8; Stgo. 4:4; 1 Jn 3:8.
De hecho los que se niegan creer en Cristo como su Señor y Salvador son hijos del Diablo (Jn. 8:34-35,41,44).
¿Podría ser posible que Dios envié un hijo de él al infierno? Bíblicamente esto nunca va a ocurrir, porque uno de los atributos de Dios es la justicia (Salmos 37:28).
Solo aquellos que no acepten a Cristo se enfrentarán a la ira eterna de Dios (Ro.1:18), en cambio los que crean en Jesús, tienen seguridad de vida eterna (Jn.3:36; 4:14;5:40; 15:6; 17:12).
El único requisito para ser salvo es haber recibido a Cristo, y creer que él es el hijo de Dios (Juan 5:24; 11:26).
Juan 10:28-29. El punto es que el creyente, no solo no puede perder su salvación; sino que nadie se la puede quitar. La razón es que como enseña el texto, nuestra salvación está asegurada, en la misma mano de Dios.
El Padre nos regaló al hijo. El Padre no le quitará al hijo lo que ya le dio; porque en ellos hay unidad y comunión. Ellos son uno y no se pueden contradecir (Juan 1:2-3; 12:50; 14:7-11; 17:6.
Entonces:
- El Diablo no puede quitarnos la salvación.
- El infierno no puede quitarnos la salvación (Jn.Juan 5:24).
- El hombre no puede quitarnos la salvación (Romanos 8:35-39).
- Ni nosotros mismo podemos quitarnos la salvación.
La razón es porque nadie tiene acceso a ella: solo Dios. La salvación viene de Dios.
La salvación es por fe. Esta fue a la conclusión que llegó el Apóstol Pablo (Romanos 3:22 y 28). En el día del juicio, la justicia de Dios justificará al creyente delante de él, y por tal razón el cristiano no será condenado, sino que será descargado de toda condenación. La razón es que nuestra culpa le fue imputada a Cristo en la cruz.
- Cristo cargó nuestros pecados (1 Pedro 2:24).
- Cristo nos limpió de todo pecado (Efesios 1:3).
- Cristo nos redimió de la condenación del infierno (Ro. 8:1)
- Cristo nos justificó (Ro. 10:4. Como consecuencia el creyente no será condenado en el Juicio final; porque ya ha sido librado de esta condenación ( Ro. 5:1; 8:1).
II. Es por Gracia (Romanos 11:5-6; Efesios 2:8).
Dios en su Gracia de amor, compasión y misericordia, ha querido salvar a todos los que depositan su confianza en Jesús (1 Corintios 1:28-29).
La salvación es un asunto de Gracia divina, o sea un regalo de Dios, a quien él le plazca dárselo (Juan 5:21).
Es Dios quien decide, en sus designios y sabiduría eterna quien ha de salvarse (Juan 6:37; 6:65; 15:16; 17:2-3; 17:12).
De hecho la garantía, de que ningún cristiano se va a perder (Juan 17:12), radica en estos designios y sabiduría, o conocimiento eterno de Dios. Algunos de los atributos de Dios son su omnisciencia y omnipresencia. Esto indica que a la presencia y al conocimiento de Dios, nada puede escapar. Esta es la razón principal, por la cual ya Dios ha elegido o predestinado a los cristianos para salvación, desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:3-6).
Ya Dios sabe de antemano quienes aceptarán a Cristo como su Salvador, y por lo tanto quienes serán salvos; porque él lo sabe todo.
Entonces la conclusión bíblica, no la nuestra, es que ningún cristiano se perderá. Porque Dios no puede mentir ni errar.