El Pastor que vio mi don

Éramos un pequeño grupo de unos 20 cristianos de 3 iglesias, que nos habíamos puesto de acuerdo para hacer un culto de oración en la casa de una nueva creyente, que vivía en Nueva Rosa, una pequeña comunidad de la Provincia de Pedernales en el Sur de la República Dominicana.

Recuerdo que yo tenía unos 10 años de edad, e iba acompañado de mi madre. Para llegar a aquel lugar montañoso, habíamos caminado unos 15 kilómetros por caminos polvorientos.

Desde muy pequeño me gustó participar en las actividades de la iglesia local. Así que era muy bien conocido por los cristianos de los pueblos del área.

Era un día caluroso, mientras el grupo de tres pueblos diferentes, se reunía en la pequeña sala de de aquella casa para cantar y orar.

Todos estábamos ayudando, e incluso los niños que estábamos presente. Siempre recuerdo que mi madre se tomaba estos asuntos muy en serio. Y yo siempre disfrutaba sentirme como mi madre, por lo que también hacía el esfuerzo y aguantaba también.

Me parece que ya era el medio día, porque una mujer interrumpió el culto, para anunciar que ya el almuerzo estaba listo. Y entonces el pastor Geset Cueva un hombre alto, de piel negra y carismático dijo: -Quiero que sea el hermano Ruddy que termine el culto y ore por la comida, porque él ora como un pastorcito.

Entonces yo oré y me esforcé para orar lo más duro posible para no decepcionar al pastor Geset. Y bueno finamente nadie me dijo nada, pero esas palabras del pastor me acompañaron mientras comía la comida que las mujeres prepararon, y mientras regresaba a casa por el polvoriento camino.

Pensé que si iba a ser pastor debía aprender la Biblia, así que estudié la Biblia y aprendí cada historia. Cumplido los 12 años e invité a Jesús a entrar a mi vida, y lo confesé como mi Salvador. Y me bautizaron.

Luego el pastor Geset me recordó que yo iba a ser pastor, mientras me felicitaba por el bautismo. Yo no era de su iglesia, pero al parecer el hombre tenía un discernimiento de Espíritu, o Dios lo estaba usando en sus palabras.

Entonces pensé que si iba a ser pastor debía predicarle a otros. Nunca vi a la gente en mi iglesia  evangelizar en las calles, pero un día tuve un sueño sobre esto,  e invité a otros niños de la Iglesia dentro de los que se encontraba el hoy también Pastor de mi iglesia Misael Pérez, y formamos un ministerio para predicar en las calles. Y era raro, pero la gente nos escuchaba atenta.

Dos años después ya estabas predicando en diferentes iglesias, y con 5 más a los 19 años de edad me encontraba hincado de rodilla, siendo ungido y ordenado al ministerio pastoral por un concilio de veteranos pastores. Fue en este tiempo que fundé este ministerio también con otros jóvenes, donde muchos eran mis primos puertorriqueños menores de edad.

Luego después de ayudar a fundar y a dirigir una nueva Iglesia en Santo Domingo la capital dominicana, Dios me llamó a volver al Sur a plantar iglesias, a la misma zona donde aquel pastor carismático vio en mi el don.

Y lo más irónico es que cuando pregunté en el Sur sobre un lugar donde no hubiera iglesias, un amigo me dijo que debías ir entonces a Nueva Rosa. Me dirigí a Nueva Rosa con mi primer converso, y una familia de haitianos nos invitaron a entrar a su casa y orar por ellos. Recordé que esta fue la casa donde con tan solo 10 años de edad, el pastor me dijo que quería que yo oraras porque yo lo hacía como un pastor.

Poco tiempo después Dios tocó al dueño de la vivienda, que era un cubano multimillonario exiliado, y me dijo que me quería regalar la casa para que empezara la Iglesia ahí. No fue sino hasta un tiempo después, que empecé a relacionar todo. Para luego entender que en la ley de Dios no hay coincidencias sino propósito. Y que los caminos de Dios son misteriosos.

En ese radio de 120 kilómetros de tierra dominicana, nuestro ministerio ha plantado o ayudado a platar 18 iglesias y misiones en los últimos 13 años para la gloria de Dios. Y hace un año iniciamos un ministerio junto a nuestros socios en Haití, que está dando sus frutos.

Hemos llevado el evangelio cara a cara a miles de personas, y hemos dirigido expediciones misioneras que se aproximan a los 2 mil misioneros.

Todos los niños que dimos inicio a esta idea seguimos comprometidos con el evangelio en los diferentes países donde ahora vivimos.

Solo bastó con que un pastor viera el don de Dios en lo que era aún un niño y lo motivara. Y este niño motivara a otros.

Pienso que en las iglesias hay mucha gente con dones y talentos de Dios, pero falta que sus pastores los motive y le den una palabra de confianza.

Por el pastor Ruddy Carrera.

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